13 oct 2014

Javier Sierra en la Biblio presentando "'La pirámide inmortal'.

El próximo viernes 17 de octubre, a las siete de la tarde, Javier Sierra estará en la Biblio presentando su última novela "'La pirámide inmortal'. El acto está organizado por la Unión de Libreros de Toledo y al finalizar el mismo el autor firmará ejemplares de la novela.

El escritor recrea en 'La pirámide inmortal' la velada en la que Napoleón Bonaparte se encaró a los enigmas de eternidad encerrándose en la Gran Pirámide de Keops, en Giza, en la noche de 12 al 13 de agosto 1799.

Sinopsis: El gran misterio de la humanidad, la inmortalidad, es la piedra angular sobre la que giran los argumentos de la nueva novela de Javier Sierra, La pirámide inmortal, una versión revisada, actualizada y ampliada de su novela El secreto egipcio de Napoleón. Después de El maestro del Prado, Javier Sierra vuelve con más emoción, más sentimiento, más enigmas. Agosto de 1799. Un hombre ha quedado atrapado en el interior de la Gran Pirámide y se debate entre la vida y la muerte. Es el joven general Napoleón Bonaparte. En ese lugar, aislado bajo toneladas de piedra, está a punto de serle revelado un secreto ancestral que alterará para siempre su destino. Alquimistas, hechiceros, bailarinas egipcias, viejos maestros descendidos de las montañas y grandes personajes históricos competirán con él en la búsqueda del tesoro más preciado: la fórmula de la vida eterna.

Así comienza "La pirámide inmortal':

Gran Pirámide, meseta de Giza. 12 de agosto de 1799
«¡Atrapado...!».
El pulso del soldado se aceleró, golpeando sus sienes con la fuerza de una maza.Todo se precipitó al extinguirse su última antorcha. Su cuerpo, hasta entonces firme, se desplomó como si las garras de un enorme dragón hubieran tirado de él hacia el centro de la Tierra. El golpe lo dejó consciente pero desorientado.No acertaba a comprender qué o quién lo había agredido. No le dolía nada. No se había roto ningún hueso. No parecía herido. Pero por alguna razón sus piernas habían dejado de sostenerlo. ¿Qué podría haber derribado a un hombre de su naturaleza, fuerte y testarudo, en el centro de una habitación vacía?
¿Una crisis de ansiedad? —tragó saliva.
¿La picadura de un insecto?
¿Lo habrían envenenado tal vez?
Antes de encontrar una respuesta aceptable, las pupilas del extranjero se dilataron por completo. Con horror acababa de descubrir que no eran solo las piernas las que no le respondían; también estaba perdiendo el control sobre los movimientos del cuello y sobre los dedos de sus manos.
De poco sirvió que aquel joven de casi treinta años, sano hasta hacía un minuto, aumentara el ritmo de su respiración y tratara de sacudirse, desesperado. Ni tampoco que, tendido de espaldas contra el suelo, paleteara el aire con los brazos. Estos también languidecían a un ritmo preocupante como si todo en él, salvo el pánico, fuera a apagarse de un momento a otro.
—¿Qué me pasa? — gritó con la mirada clavada en ninguna parte, haciendo un esfuerzo sobrehumano —. ¡Sáquenme de aquí!

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